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sábado, junio 22, 2013

PENSAMIENTOS LIMITANTES



No aceptes formas-pensamientos limitantes, ya que si lo haces sólo vibras con tus cuerpos inferiores. Deja que el velo de maya caiga...

Cuando el loto espiritual del corazón es nutrido por el Amor, sus pétalos se vuelven brillantes como el sol.
Tú, que te escondes detrás de los velos del dolor y de la tristeza, ¡sal de ahí!
Por favor, y por amor, desactiva las astillas puntiagudas de tu mente y aquiete tu agitación. Piensa sin dramas en las lecciones de la vida.
Aprende algo con cada situación, mismo con aquellas situaciones que no te parezcan justas.
Nada de dramas, sólo lecciones.
Desarma la mente y abre el corazón.
Tus tristezas antiguas son los restos de emociones mal resueltas, de ésta y de otras vidas. ¡Ellas son pura basura psíquica!
Barre y limpia tu casa mental.
Tú mereces airear tu corazón. Tú mereces volar por encima de las cosas mezquinas, tuyas y de los otros.
Puede ser que tú no lo asumas, pero tú eres más que humano: ¡tú eres un espíritu!
Tú ya existías antes del cuerpo físico, y seguirás existiendo después de que él muera.
Siendo un ser de luz imperecedero, ¿como es que permites que tu mente sea invadida por las emociones mediocres, tuyas y de los demás?
Tú eres mucho más de lo que piensas, y puedes mucho más de lo que imaginas.
Culpas, miedos, tristezas…nada de eso es tuyo.
Tuyo es el cielo entero, y el infinito…
Tuyo es ese potencial divino e imperecedero que vive en tu corazón.
Tuyo, y ni la muerte puede cambiar eso, es tu estado de conciencia y tu disposición a sentirte bien, independientemente del plano de manifestación.
Entonces, si tu casa mental está infectada de insectos psíquicos nocivos (tristezas, culpas, miedos), toma las providencias necesarias para una limpieza adecuada. Desinféctela psíquicamente (con el discernimiento y la alegría).
No tome las cosas mezquinas tan en serio, ¡suéltelas!
Quien se deja llevar por personas, cosas y situaciones negativas, acostumbra pagar un precio muy alto por eso: ¡su estado íntimo permanece pobre!
¿Y como puede el espíritu inmortal, rico de luz, permanecer pobre?
Medite sobre eso y ¡suéltese!
Absténgase de pensamientos mal intencionados, ¡ría más!
No propague dramas ni contiendas, suyas o de los demás.
Aclámese un poco, viaje con la música y revele aun más las cosas.
Nunca tenga vergüenza de pedir disculpas o de cambiar algún paradigma desgastado.
Permítase, también, disculpar a los otros.

Use el sentido común para ponderar las situaciones correctamente y para equilibrar con inteligencia y luz sus decisiones.
Nunca tenga vergüenza de levantar la conciencia hacia lo Alto para aspirar las inspiraciones benefactoras.
Tus decisiones pertenecen a tu libre-arbitrio, y nadie podrá vivir por ti, pero no cuesta nada abrir la conciencia al flujo celeste e inspirarse para actuar mejor.
Medite, ore, cante…haga alguna cosa, pero deseche los dramas de si mismo.
No permanezca pobre por dentro, revélese más!
No deje que nadie secuestre su capacidad de reir, principalmente de si mismo.
Algunas bromas desintoxican el corazón mucho más de que los salmos religiosos cargados de dogmas rancios.
Cuando ore, que no sea algo estructurado. Que su oración sea nueva y sincera, llena de luz, nacida del centro de su corazón. ¡Y ojalá que ella sea de agradecimiento!
Cuando se acuerde de sus amparadores extrafísicos, alégrese, porque ellos son muy buenos y lo ayudan mucho, hasta cuando tú no lo sabes.
Y recuerde algo importante: este mundo no está formado sólo por personas extrañas. Existen personas muy buenas viviendo allá afuera. Ellas poseen defectos, como todos nosotros, pero ya despertaron cosas buenas en sus corazones.
Cuando se acuerde de ellas, alégrese. 
Algunas de ellas están ahí, muy cerca de ti; otras distribuidas por el mundo.


Texto anónimo-publicado en el blog " Retroalimentación del Ser"

A QUIEN SE LO DIRÁ REALMENTE?

viernes, junio 21, 2013

DESAPEGO



Un turista estadounidense viajó a la India con al finalidad de visitar a un famoso sabio.

Apenas cruzó el umbral de su hogar, se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuarto muy simple ,lleno de libros, las únicas piezas del mobiliario eran una cama, una mesa y un banco.

-- ¿ Dónde están tus muebles ? consultó el turista.

Y el sabio rápidamente le preguntó:
-- ¿Y dónde están los tuyos ?

-- ¿ Los míos ? se sorprendió el extranjero,
-- pero si yo estoy aquí solamente de paso !!

-- Yo también -- concluyó el sabio.

miércoles, junio 19, 2013

PALABRAS PARA JULIA- MERCEDES SOSA Y LILIANA HERRERO

 PALABRAS PARA JULIA


Tú no puedes volver atrás 
porque la vida ya te empuja 
como un aullido interminable.


Hija mía es mejor vivir 
con la alegría de los hombres 
que llorar ante el muro ciego.


Te sentirás acorralada 
te sentirás perdida o sola 
tal vez querrás no haber nacido.


Yo sé muy bien que te dirán 
que la vida no tiene objeto 
que es un asunto desgraciado.


Entonces siempre acuérdate 
de lo que un día yo escribí 
pensando en ti como ahora pienso.


La vida es bella, ya verás 
como a pesar de los pesares 
tendrás amigos, tendrás amor.


Un hombre solo, una mujer 
así tomados, de uno en uno 
son como polvo, no son nada.


Pero yo cuando te hablo a ti 
cuando te escribo estas palabras 
pienso también en otra gente.


Tu destino está en los demás 
tu futuro es tu propia vida 
tu dignidad es la de todos.


Otros esperan que resistas 
que les ayude tu alegría 
tu canción entre sus canciones.


Entonces siempre acuérdate 
de lo que un día yo escribí 
pensando en ti 
como ahora pienso.


Nunca te entregues ni te apartes 
junto al camino, nunca digas 
no puedo más y aquí me quedo.


La vida es bella, tú verás 
como a pesar de los pesares 
tendrás amor, tendrás amigos.


Por lo demás no hay elección 
y este mundo tal como es 
será todo tu patrimonio.


Perdóname no sé decirte 
nada más pero tú comprende 
que yo aún estoy en el camino.


Y siempre siempre acuérdate 
de lo que un día yo escribí 
pensando en ti como ahora pienso.


autógrafo

domingo, junio 02, 2013

sábado, junio 01, 2013

LA COMPASION HACIA UNO MISMO





Probablemente habrás experimentado más de una vez lo que se siente al ver sufrir a un ser querido: normalmente nos sentimos contagiados por su malestar, a la vez que surge en nosotros el deseo de que éste cese. Este sentimiento, al que denominamos compasión, nos impele a menudo a intentar contribuir de alguna forma a que el dolor de la otra persona se atenúe: le hablamos amablemente, le proporcionamos una caricia, un abrazo, un beso... lo que sea para intentar transmitirle que nos damos cuenta de su sufrimiento y estamos dispuestos a intentar ayudar a que se sienta un poco mejor.

Esta reacción, tan habitual cuando es otro el que sufre, raramente hace aparición en nosotros cuando se trata de nuestro propio malestar emocional. De hecho, no sólo no nos solemos consolar amablemente ante nuestros errores e imperfecciones, sino que además acostumbramos a juzgarnos y despreciarnos duramente por ellos. Esta reacción, evidentemente, no hace más que aumentar nuestro dolor.

Kristin Neff, una de las más importantes investigadoras sobre la compasión hacia uno mismo y autora del libro Sé amable contigo mismo, nos propone un camino alternativo al auto-desprecio. Defiende la idea de que nuestro dolor emocional, igual que el de los demás, merece ser escuchado y atendido con amabilidad. Para lograr esto nos propone usar como herramienta la compasión hacia nosotros mismos.


La compasión hacia uno mismo se basa en el reconocimiento del propio sufrimiento, dándole el espacio que se merece y experimentándolo de forma profunda y libre de juicio. De esta manera, Neff propone tres componentes principales de la auto-compasión: la bondad, la humanidad compartida, y el mindfulness.

Con bondad nos referimos a una actitud que busca ser más comprensivos con nosotros mismos y aceptarnos con todas nuestras imperfecciones y limitaciones. Se trata, en definitiva, de tratar de comportarnos con nosotros como lo haríamos con un buen amigo que lo está pasando mal. Para lograr esto nos puede ser útil analizar los factores que nos llevan a cometer errores o a sentirnos mal. El darnos cuenta de que nuestra conducta y patrones son fruto de la combinación de múltiples causas (la educación que nos dieron nuestros padres, los eventos traumáticos o pérdidas que hayamos experimentado, nuestras predisposiciones genéticas, las limitaciones de nuestro entorno...) y el saber que muchas de ellas no las hemos elegido libre y conscientemente, nos ayudará a tener una mirada más comprensiva y justa hacia las partes de nosotros que no nos satisfacen.

Cuando experimentamos emociones desagradables tenemos tendencia a sentirnos solos con nuestro dolor, de manera que a menudo olvidamos que el sufrimiento es algo que nos une a las demás personas. El componente de humanidad compartida busca contrarrestar esta sensación de aislamiento, recordándonos que el sufrimiento forma parte inherente de nuestra vida como humanos y que por lo tanto nunca estamos solos ante él. Tener esto presente hará que nos volvamos a sentir conectados con el resto y veamos nuestra tristeza, rabia o frustración como lo que realmente son: parte natural de nuestra existencia.

Por último, el componente de mindfulness nos recuerda la necesidad de permitirnos experimentar el dolor tal y como éste surja, sin intentar taparlo ni camuflarlo. Muy a menudo, aunque no nos demos cuenta, nos resistimos a sentir totalmente nuestro sufrimiento, seguramente porque tememos no ser capaces de manejarlo cuando este surja. Esta resistencia hace, sin embargo, que el dolor pendiente de procesar se vaya acumulando en nuestro ser. El mindfulness consiste en practicar una actitud de apertura ante la experiencia, abrazándola tal y como surge, sin etiquetar nada como inadecuado, sin intentar que nada sea distinto de como es.


Si te apetece iniciarte en la práctica de la auto-compasión, puedes empezar poniendo en marcha un pequeño ejercicio la próxima vez que te sientas mal por alguna cuestión. Intenta buscar un espacio en el que puedas estar solo y tranquilo durante un tiempo. A continuación, céntrate en describir lo que sientes en tu cuerpo, esto te ayudará a mantenerte en el presente. Por ejemplo: “nudo en la garganta, ganas de llorar, corazón latiendo rápido, tristeza, rabia...”. 
Intenta, si te sientes capaz, no juzgar ni frenar lo que surja. Si sientes que esto es demasiado para ti no te fuerces excesivamente, quizás simplemente todavía no sea el momento idóneo. Mientras te permites experimentar el malestar, dite a ti mismo frases tranquilizadoras usando un tono pausado y cariñoso. Puedes decirte, por ejemplo: “pobrecito, que difícil es sentirse así”. A continuación, recuérdate que no estás solo con tu sufrimiento, que todos lo seres humanos lo pasamos mal alguna vez y que esto forma parte de nuestras vidas. Luego, dite a ti mismo: “ojalá sea capaz de darme todo el cariño y consuelo que ahora necesito” y concentra tus energías en adoptar una actitud que te ayude a lograrlo. Para que te sea más fácil, puedes imaginar la manera en cómo tratarías a un niño que estuviera sufriendo. Puedes probar también, si te apetece, sujetar tus brazos o tu cara suavemente, pues sabemos que nuestro organismo genera hormona (la oxitocina) que nos hacen sentir mejor al notar el contacto con la piel. Este tipo de ejercicios, que pueden resultarnos de entrada un poco extraños, son enormemente poderosos cuando uno se atreve a ponerlos en práctica.


La compasión hacia uno mismo nos permite aprender como cuidarnos y consolarnos sin reprimir ni ignorar nuestro dolor, simplemente dejándolo fluir a la vez que no lo alimentamos de manera innecesaria. De esta forma lograremos ser cada vez más autónomos y sentirnos más seguros ante nuestro malestar emocional, pues tendremos la certeza de tener siempre a nuestra disposición la compasión que necesitamos para sentirnos mejor.

Texto de: Vanessa Narváez Peralta