El
milagro del instante santo reside en que estés dispuesto a dejarlo ser lo que
es. Y en esa muestra de buena voluntad reside también tu aceptación de ti mismo
tal como Dios dispuso que fueses. (T-18.IV.2:8-9)
El instante santo es el AHORA, el momento presente en donde
elegimos el perdón en lugar de la culpa, el milagro en lugar del juicio y del
ataque y a la mente correcta en lugar de la mente errada. Al focalizarte en él,
vives la vida de instante en instante, consciente de que lo que estás viviendo
es todo lo que puedes vivir, en lugar de seguir aferrados al pasado y temerosos
del futuro.
Ese momento en que renunciamos al pasado y entramos en el
presente, nos permite trascender aunque sea por un momento la identificación
con las ilusiones y reconocer la verdad. Este cambio de paradigma nos permite
aquietar a la mente de modo que empieza a manifestarse una conexión interior y
una comunicación con una presencia interior llena de inteligencia y sabiduría,
el Espíritu Santo, que nos facilitará el camino de aquí en adelante.
Bajo la presencia del Espíritu Santo, desaparecen las barreras del tiempo y del espacio, reconocemos nuestra santidad, y en ella la unicidad con todos nuestros hermanos y con Dios. Al entregarnos a la guía del Espíritu Santo, ponemos el futuro en manos de Dios y lo invitamos a que se haga “presente” y nos regale su divina presencia. para experimentar el sentimiento repentino de la paz, dicha, amor y comunión con todo lo que parecía ser externo a nosotros.
Bajo la presencia del Espíritu Santo, desaparecen las barreras del tiempo y del espacio, reconocemos nuestra santidad, y en ella la unicidad con todos nuestros hermanos y con Dios. Al entregarnos a la guía del Espíritu Santo, ponemos el futuro en manos de Dios y lo invitamos a que se haga “presente” y nos regale su divina presencia. para experimentar el sentimiento repentino de la paz, dicha, amor y comunión con todo lo que parecía ser externo a nosotros.
Al ceder nuestros actos y pensamientos al servicio de la Voz
que habla por Dios, se nos devuelve una fe y una confianza totales, de modo que
al confiar en su Santa Voluntad convencidos de que el sabe cual es mejor camino
para nosotros, vivimos con el corazón totalmente abierto, pensando que el
mañana se cuidará de sí mismo y adoptando una dirección segura, alejando todo
temor en un instante único e irrepetible unida al amor y a la certeza de la
eternidad.
Pues en el instante santo, el cual está libre del pasado, ves que
el amor se encuentra en ti y que no tienes necesidad de
buscarlo en algo externo
(T-15, V.9:7)
Dios existe en la eternidad y por tanto no puede estar
limitado por el tiempo; el único momento donde la eternidad se encuentra con el
tiempo es el presente, pues el presente es el único tiempo que hay, el único
momento en que suceden los milagros. "Ponemos tanto el pasado como el
futuro en manos de Dios"
El pasado no es más que una idea de nuestra mente, y es allí donde mediante los milagros, se invierten las leyes físicas, pues el tiempo y el espacio están bajo su control.
El pasado no es más que una idea de nuestra mente, y es allí donde mediante los milagros, se invierten las leyes físicas, pues el tiempo y el espacio están bajo su control.
Un milagro es un cambio de percepción, una renuncia a
aquello que deberías haber hecho en el pasado y a aquello que deberás hacer en
el futuro. Un soplo de libertad mediante el perdón de todo lo pasado, de modo
que el único significado que le otorgamos sea el amor que dimos y el que
recibimos. Todo lo demás es irreal.
Respecto al futuro, nadie puede saber que sucederá mañana, pasado mañana o dentro de diez años. Sólo la mente errada puede hacer conjeturas, pues al estar alejada del presente, basa toda su percepción de la realidad en lo que ha sucedido en el pasado, traslada esas percepciones al futuro, obviando al presente y crea, por lo tanto, un futuro similar al pasado.
Respecto al futuro, nadie puede saber que sucederá mañana, pasado mañana o dentro de diez años. Sólo la mente errada puede hacer conjeturas, pues al estar alejada del presente, basa toda su percepción de la realidad en lo que ha sucedido en el pasado, traslada esas percepciones al futuro, obviando al presente y crea, por lo tanto, un futuro similar al pasado.
Elige este preciso instante, ahora mismo y piensa en él como si
fuese todo el tiempo que existe. En él nada del pasado te puede afectar, y es
en él donde te encuentras completamente absuelto, completamente libre y sin
condenación alguna.
(T-15.I.9:5-6)
Encontrar el instante santo está siempre a nuestro alcance pero sin embargo, normalmente no lo podemos descubrir.
En realidad su presencia siempre ha estado en nosotros, pero
se mantiene oculta por los dictados del ego, y no requiere nada especial para
alcanzar ese estado, sino más bien algo que tenemos que dejar de hacer: "no
abrigar pensamientos privados que desees conservar", pues el instante
santo es un momento en el que se recibe y se da perfecta comunicación, en el
que la mente no trata de cambiar nada sino aceptarlo todo.
El amor incondicional hacia nosotros y hacia los demás y la completa aceptación de nuestra condición actual, son requisitos previos para alcanzar cierto grado de quietud o de serenidad de la mente. Y en ese estado, conscientes de nuestra verdadera condición o naturaleza y libres del pasado, ves que el amor se encuentra en ti y te unes directamente a Dios, y todos tus hermanos se unen en Cristo en el instante santo.
Fuente: despertaralamor.blogspot.com.ar