Esta
respuesta, se debe a que nuestro cerebro es social y por ende, sensible
a las señales sociales positivas, detectar rápidamente a los amigos o
personas amigables, fue una excelente estrategia de supervivencia para
nuestros antepasados, lo mismo que lo que fue y es hoy en día recordar a
las personas que nos ayudaron o consideramos que podrán hacerlo.
Las
neuronas en espejo también entran en juego, activándose aquellas que
hacen sentir como propia la expresión alegre del otro, lo que conduce a
estimular el circuito de recompensa cerebral y con ello al hipocampo
(estructura fundamental en la memoria explícita e implícita) y la
memoria.
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