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domingo, enero 24, 2016

EL INSTANTE SANTO- UN CURSO DE MILAGROS




El milagro del instante santo reside en que estés dispuesto a dejarlo ser lo que es. Y en esa muestra de buena voluntad reside también tu aceptación de ti mismo tal como Dios dispuso que fueses. (T-18.IV.2:8-9)





El instante santo es el AHORA, el momento presente en donde elegimos el perdón en lugar de la culpa, el milagro en lugar del juicio y del ataque y a la mente correcta en lugar de la mente errada. Al focalizarte en él, vives la vida de instante en instante, consciente de que lo que estás viviendo es todo lo que puedes vivir, en lugar de seguir aferrados al pasado y temerosos del futuro.



Ese momento en que renunciamos al pasado y entramos en el presente, nos permite trascender aunque sea por un momento la identificación con las ilusiones y reconocer la verdad. Este cambio de paradigma nos permite aquietar a la mente de modo que empieza a manifestarse una conexión interior y una comunicación con una presencia interior llena de inteligencia y sabiduría, el Espíritu Santo, que nos facilitará el camino de aquí en adelante.

Bajo la presencia del Espíritu Santo, desaparecen las barreras del tiempo y del espacio, reconocemos nuestra santidad, y en ella la unicidad con todos nuestros hermanos y con Dios. Al entregarnos a la guía del Espíritu Santo, ponemos el futuro en manos de Dios y lo invitamos a que se haga “presente” y nos regale su divina presencia. para experimentar el sentimiento repentino de la paz, dicha, amor y comunión con todo lo que parecía ser externo a nosotros.



Al ceder nuestros actos y pensamientos al servicio de la Voz que habla por Dios, se nos devuelve una fe y una confianza totales, de modo que al confiar en su Santa Voluntad convencidos de que el sabe cual es mejor camino para nosotros, vivimos con el corazón totalmente abierto, pensando que el mañana se cuidará de sí mismo y adoptando una dirección segura, alejando todo temor en un instante único e irrepetible unida al amor y a la certeza de la eternidad.



Pues en el instante santo, el cual está libre del pasado, ves que el amor se encuentra  en  ti  y  que no tienes necesidad de buscarlo en algo externo

(T-15, V.9:7)




Dios existe en la eternidad y por tanto no puede estar limitado por el tiempo; el único momento donde la eternidad se encuentra con el tiempo es el presente, pues el presente es el único tiempo que hay, el único momento en que suceden los milagros. "Ponemos tanto el pasado como el futuro en manos de Dios"

El pasado no es más que una idea de nuestra mente, y es allí donde mediante los milagros, se invierten las leyes físicas, pues el tiempo y el espacio están bajo su control.



Un milagro es un cambio de percepción, una renuncia a aquello que deberías haber hecho en el pasado y a aquello que deberás hacer en el futuro. Un soplo de libertad mediante el perdón de todo lo pasado, de modo que el único significado que le otorgamos sea el amor que dimos y el que recibimos. Todo lo demás es irreal.


Respecto al futuro, nadie puede saber que sucederá mañana, pasado mañana o dentro de diez años. Sólo la mente errada puede hacer conjeturas, pues al estar alejada del presente, basa toda su percepción de la realidad en lo que ha sucedido en el pasado, traslada esas percepciones al futuro, obviando al presente y crea, por lo tanto, un futuro similar al pasado.



Elige este preciso instante, ahora mismo y piensa en él como si fuese todo el tiempo que existe. En él nada del pasado te puede afectar, y es en él donde te encuentras completamente absuelto, completamente libre y sin condenación alguna.

(T-15.I.9:5-6)



Encontrar el instante santo está siempre a nuestro alcance pero sin embargo, normalmente no lo podemos descubrir. 




En realidad su presencia siempre ha estado en nosotros, pero se mantiene oculta por los dictados del ego, y no requiere nada especial para alcanzar ese estado, sino más bien algo que tenemos que dejar de hacer: "no abrigar pensamientos privados que desees conservar", pues el instante santo es un momento en el que se recibe y se da perfecta comunicación, en el que la mente no trata de cambiar nada sino aceptarlo todo.




En el instante santo no ocurre nada que no haya estado ahí siempre. Lo único  que  sucede  es  que  se  descorre  el  velo que cubría la realidad. (T-15, VI.6:1)


El amor incondicional hacia nosotros y hacia los demás y la completa aceptación de nuestra condición actual, son requisitos previos para alcanzar cierto grado de quietud o de serenidad de la mente. Y en ese estado, conscientes de nuestra verdadera condición o naturaleza y libres del pasado, ves que el amor se encuentra en ti y te unes directamente a Dios, y todos tus hermanos se unen en Cristo en el instante santo.

Fuente: despertaralamor.blogspot.com.ar

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