"Hablo porque conozco mis necesidades,dudo porque no conozco las tuyas.Mis palabras vienen de mi experiencia de vida.Tu entendimiento viene de la tuya.Por eso, lo que yo digo, y lo que tu oyes,puede no ser lo mismo.Por lo que si tu escuchas cuidadosamente,no sólo con tus oídos, sino también con tus ojos y tu corazón,puede ser que logremos comunicarnos."
Herbert. G.Lingren
Cuando yo miro la realidad, miro desde mí, desde quien yo sea, desde mi propia forma de ser. Entonces, de alguna manera inmediatamente estoy negando al otro, porque lo proceso a través de mi información particular, que surge de mis experiencias pasadas, de mi formación, incluso de mis datos genéticos. Pero si aprendemos a salir de ese estado de identificación, sin dejarlo pero integrándolo con el otro, cualquiera que sea ese otro, se produce algo mucho más amplio, más abarcador, que es el encuentro. Cuando una persona nace, arranca con todo lo que le viene dado, y se identifica con eso, empieza a actuar desde esa información, y todo lo que esté fuera está de algún modo interferido por esa información, está cuestionado, discutido, filtrado, traducido a través de eso.
Entonces cuesta mucho escuchar al otro, porque además el otro está haciendo lo mismo. Y se establece como una discusión de razones. Es decir, de raciones, o de pedazos de verdad, porque de ahí viene la palabra razón.
Y entonces uno dice: no, no pongas eso ahí, eso tiene que ir allá o no creas en eso, mejor cree en esto. Y uno tiene sus motivos, seguramente, pero esos motivos son como una fuente de información limitada. Y de algún modo estas razones, o raciones de verdad, a través de las que uno ve el mundo se constituyen en creencias que nos separan de los demás. Son como una barrera que nos impide entrar en contacto con nuestra verdadera naturaleza, que es amar, crear... (Publicación de Pablo Pujol en Cocrear, año 2007)