Hay un placer argentino equiparable con una tira de asado jugosa, una cucharada colmada de dulce de leche o un mate bien espumoso: la queja.
Nos encanta quejarnos de lo que sufrimos, de nuestros problemas, a pesar de que la queja sólo riega lo que padecés.
Pero no importa, gritamos nuestro martirio a los cuatro vientos y practicamos como nadie el “yopeorismo”. El “yopeorismo” consiste en que, cuando una persona “x” cuenta un problema –se queja de un problema-, la persona “y”, o sea, su interlocutor, contesta: “Yo peor”, y se despacha contando en carne viva su propio padecimiento.
Esta “escalada de sufrimiento” puede ser redoblada por una persona “z”, en caso de que estuviere presente.
Cuando uno nota esto en uno, es bastante molesto, pero hay algo que a mí me ayudó mucho: “la aceptación”.Sí, a riesgo de parecer un escritor de autoayuda, voy a reivindicar el concepto de “aceptación”.
Ojo que cuando hablo de “aceptación” no hablo de “resignación”. No es que todo lo que te toca es perfecto, El Señor o destino lo decidió así y yo debo aceptarlo. No.
La Aceptación es simplemente asumir lo que te tocó, y en caso de que no nos guste, accionar para cambiarlo.
Esperar, es sólo un puente hacia otro estado. Porque si uno se queda agarrándose la cabeza y preguntándose: “¿Cómo me pasó esto a mí?”, se queda encerrado en su problema, regando lo que padece.La aceptación también es buena en caso de que lo que te esté pasando sea positivo. Hay que aceptar que en algún momento se va a ir, no va a estar más, es efímero,transformador. Eso es importante para la segunda cuestión de la que quiero hablar: “el desapego”.
Hay que aprender a soltar esas cosas que alguna vez nos hicieron feliz, pero ya se terminaron para convertirse en otra cosa. Si no hay desapego uno queda patéticamente agarrado a eso.
Hay que aprender a soltar esas cosas que alguna vez nos hicieron feliz, pero ya se terminaron para convertirse en otra cosa. Si no hay desapego uno queda patéticamente agarrado a eso.
Por eso es sustancial el desapego, para no quedarse encerrado en lo que ya pasó. De lo contrario, yo debería ir por la calle haciéndome llamar “Martín Pells”… y no me digan que eso no sería un imagen un tanto turbadora y patetica.Especular con el “Llegué” y creer q ahora todo lo q haga sera exitoso, como el capo cómico que cuenta chistes viejos y se queja por televisión de que los productores, no lo llaman, habiendo tenido tantos éxitos.
“Desapego”: esos éxitos ya pasaron, dejalos ir.
“Aceptación”: la situación es que no me llaman, es esa, qué hago a partir de esto.Y hay gente que a partir de este mecanismo de pensamiento logra reinventarse, y no quedarse como un chancho revolcándose en el chiquero de lo que fue o pudo haber sido.
“La aceptación” y “el desapego” son conceptos fundamentales q se deben usar como cubiertos en nuestras vidas y tener accesos mas rapidos a la plenitud para ser más felices, o, por lo menos, menos infelices.
Mike Amigorena