Todo obedece a los ciclos, todo sube y baja, nada perdura en el mismo
estado; la energía, el sentimiento, la soledad, la intimidad, el deseo,
el tedio…, y saber danzar con estos ciclos, es abrirse a la comprensión
de la naturaleza, de vida/muerte/ vida.
Cuando no se conoce esta ley del ritmo, la persona tiende a
permanecer durante más tiempo en los períodos de estancamiento, pues
impide que “la muerte” tenga lugar, se aferra a lo conocido, se agarra a
lo que puede para no transitar por caminos que no conoce por la
ansiedad de desconocer su destino (la muerte /vida), y su
estado emocional se descontrola por ejemplo; gastando en demasía y
haciendo compras sin control, y además innecesarias, o mostrando una
alegría que no es tal, e inclusive rompiendo la pareja por la
insatisfacción personal, pensando que así le irá mejor sin haberse
enfrentado cara a cara consigo mismo y saber si llegó el momento de esa
muerte como transformación espiritual.
Pero en realidad pensar que otra persona, otro objetivo, nos puede
hacer salir de la rueda de los ciclos, que otra persona nos puede
llenar, nos puede curar, nos puede…, es el error que todos cometemos
cuando no sabemos como avanza la naturaleza de estos ciclos. Y todo
ese desajuste psíquico, emocional y por consiguiente físico es causado
la mayoría de las veces por la no aceptación y resistirse a que lleguen
esos finales para dar paso a los nuevos comienzos.
Preguntémonos: ¿Por qué me resisto y no permito que algo llegue a su
fin? ¿Qué me impedimento pongo ante mí para no dejar que yo pueda amar?
¿Qué es lo que hoy tiene que morir y tiene que nacer?
Texto de Luhema -